El corazón de una persona adulta y sin problemas de salud late entre 60 y cien veces por minuto. Llamamos taquicardia a la presencia de una frecuencia cardíaca por encima de cien latidos por minuto en situaciones de reposo, puesto que cuando esta cifra se alcanza durante la actividad deportiva se considera una frecuencia normal.
Algunas taquicardias son banales y no necesitan tratamiento, pero otras pueden poner en peligro la vida del paciente. El tratamiento de las taquicardias es variable, y dependiendo de la causa que la origine puede requerir desde tratamiento farmacológico hasta la realización de intervenciones más complejas. El diagnóstico específico de la taquicardia es esencial para un tratamiento correcto.
¿Sintomas de taquicardias?
Si el corazón late muy deprisa, puede ser que éste no sea capaz de bombear la sangre que necesita el cerebro y el resto de órganos para funcionar adecuadamente. Por este motivo, se puede producir mareo, fatiga, pesadez de cabeza, palpitaciones (sensación desagradable de percepción del latido cardíaco), dolor de pecho, visión borrosa o caída al suelo con pérdida de conocimiento. Algunas veces, las taquicardias no producen síntomas y son descubiertas en una exploración rutinaria por el médico.
Problemas en el ritmo cardíaco
El corazón está compuesto de cuatro cavidades; las dos superiores se denominan aurículas y las dos inferiores ventrículos. El impulso cardíaco normal se origina en la aurícula derecha y se transmite a través de un impulso eléctrico a los ventrículos. En personas con taquicardias, se interrumpe el ritmo cardíaco normal en algún lugar del recorrido eléctrico, provocando que el corazón lata más deprisa.
Las taquicardias se clasifican de acuerdo con el lugar en que se originan (aurículas o ventrículos). Entre las que se originan en las aurículas destaca la taquicardia sinusal (rítmica), la fibrilación auricular (arritmia sostenida más frecuente en la cual el corazón, en ausencia de tratamiento, late de forma muy rápida e irregular), el flutter auricular (similar a la anterior aunque el ritmo cardíaco suele ser regular), la taquicardia auricular y la taquicardia supraventricular.
Documentar la arritmia
Para el tratamiento de una taquicardia, el médico necesita documentar el tipo de taquicardia que tiene el paciente. Esto se puede realizar mediante la monitorización cardíaca en la consulta, durante la vida cotidiana mediante el uso de aparatos que registran la actividad cardíaca o en el hospital mediante el intento de desencadenamiento de la taquicardia bajo la supervisión de un médico.
Las pruebas que tratan de documentar la taquicardia incluyen un electrocardiograma, un Holter (aparato que registra la actividad cardíaca durante 24 horas) o un grabador de eventos (el paciente activa la grabación de la actividad cardíaca ante la presencia de síntomas). Las pruebas que tratan de desencadenar la taquicardia incluyen una prueba de esfuerzo o un estudio electrofisiológico (introducción de catéteres en el interior de las cavidades cardíacas para el registro y generación de impulsos eléctricos).
Es posible que el cardiólogo solicite, además, una serie de pruebas para comprobar el funcionamiento del corazón entre las que se incluyen un ecocardiograma o una coronariografía.
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