martes, 15 de junio de 2010

Cardiopatías congénitas

¿Se pueden diagnosticar antes del parto?

Las cardiopatías congénitas son aquellos problemas que aparecen en el corazón durante su fase de desarrollo, es decir durante los primeros años de vida. Aunque son frecuentes, ocho por cada mil recién nacidos vivos, la trascendenciavariará según cada caso. ¿Cómo se descubren estas cardiopatías? ¿Cual es la prueba que determina si un bebé tiene o no esta patología?

La ecocardiografía es una prueba que utiliza las ondas sonoras (ultrasonidos) para estudiar el corazón y que nos permite diagnosticar la mayoría de los defectos cardíacos. Y, al igual que se emplea para los diagnósticos tras el nacimiento, puede utilizarse para “ver” el corazón del feto a través del abdomen de la madre (en algunos casos puede realizarse a través de la vagina). El latido cardíaco del feto se puede detectar a las 6 semanas, pero por el tamaño que tienen entonces las estructuras cardíacas, el momento ideal para realizar esta prueba es a las 16-22 semanas. En algunos casos seleccionados, cuando hay alto riesgo y patologías muy serias, puede realizarse el diagnóstico a las 14 semanas.

Cuándo realizarla

La mayoría de los embarazos se controlan mediante ecografías obstétricas con objeto de descartar malformaciones y monitorizar el crecimiento y bienestar fetal. Normalmente, este control es suficiente y sólo en un pequeño porcentaje de gestantes se requiere efectuar una ecocardiografía fetal de forma que el cardiólogo infantil pueda realizar un estudio minucioso del corazón del feto. Aunque las indicaciones son muy variadas, hay un grupo de situaciones en las que siempre sería necesario:

- Cuando en la ecografía obstétrica se sospecha algún problema en el corazón.
- Cuando hay antecedentes de otro embarazo en el que se ha diagnosticado una cardiopatía. Las familias con un hijo con cardiopatía (pero que no proviene de una alteración genética conocida) tienen un 2-3 por ciento de recurrencias en embarazos posteriores. Este riesgo varía según sea el problema detectado.
- Los casos en los que el feto tiene alguna malformación o alteración cromosómica. Aunque la mayoría de las cardiopatías aparecen en fetos sin otros problemas, es ampliamente conocida su asociación con otras enfermedades (hasta el 40% de los niños con Síndrome de Down tienen algún tipo de cardiopatía).
- En aquellas madres que reciben tratamientos médicos que aumentan el riesgo de cardiopatía (como puede ser el litio).
- En las madres con diabetes o con enfermedades del tejido conectivo. Los casos antes descritos nos permiten, sin embargo, detectar sólo un pequeño porcentaje de cardiopatías congénitas (la mayoría aparecen en gestaciones sin factores de riesgo ni antecedentes). El éxito en la detección prenatal está en la estrecha colaboración entre obstetras y cardiólogos infantiles para identificar aquellos fetos con posibilidades de tener una cardiopatía y poderles realizar un estudio más detallado.

Tipos de ecocardiografía fetal

La tecnología actual nos permite estudiar la forma del corazón (ecografía bidimensional), el movimiento de la sangre (Doppler color), la velocidad de la sangre (doppler pulsado y continuo) y el ritmo cardíaco (modo-M). En los últimos años, además, se están desarrollando técnicas ecocardiográficas en tres dimensiones, que aunque muy espectaculares todavía no han alcanzado el desarrollo suficiente para sustituir a la ecocardiografía bidimensional convencional. Una vez se ha detectado un problema en el corazón del feto, la información personalizada y la orientación detallada debe aportarla un grupo multidisciplinar de profesionales dirigidos por el cardiólogo infantil. Es cierto que la detección de una cardiopatía congénita supone una situación de gran estrés durante el embarazo.

Pero, al mismo tiempo, permite a los futuros padres recibir y asimilar la información con suficiente antelación para planificar junto con el equipo médico el lugar del parto y el protocolo de tratamiento del recién nacido para garantizar las máximas posibilidades de éxito.

¿Limitaciones?

Actualmente las alteraciones del ritmo se tratan intraútero, mediante la administración de fármacos antiarrítmicos a la madre y que, a través de la placenta, pasan al torrente sanguíneo fetal. En los últimos años, además, se ha iniciado en casos seleccionados el tratamiento intraútero de algunas cardiopatías como las estenosis (estrechamiento) de las válvulas aórtica o pulmonar o casos de síndrome de ventrículo izquierdo hipoplásico (un grupo de malformaciones que afectan al ventrículo izquierdo y la aorta y que impiden la correcta circulación sanguínea). Los padres deben saber que cualquier estudio ecocardiográfico tiene una serie de limitaciones diagnósticas.

miércoles, 2 de junio de 2010

Ecocardiograma

Ecocardiograma: La mejor imagen de tu corazón

Si hay una exploración básica para conocer posibles problemas en el corazón, esa es la ecografía cardíaca o ecocardiograma. Su gran utilidad se debe a la extensa información que aporta. Y es que este método diagnóstico tiene dos claras ventajas: no supone ningún riesgo para el paciente y su realización es muy sencilla. Conócelo todo acerca de esta prueba.

El ecocardiograma es una prueba que nos sirve para estudiar las diferentes estructuras del corazón en movimiento. Muestra las válvulas, los vasos y las paredes cardíacas. Utiliza ondas de ultrasonido que dirigidas como un haz hacia los tejidos cardíacos son reflejadas (hacen ecos) y convertidas en imágenes. Cuenta además, con una técnica especial que estudia y valora el flujo de sangre que se mueve dentro del corazón. No sirve para el estudio directo de las arterias coronarias ni de las alteraciones del ritmo cardíaco.

Técnica

El examen se realiza con registro continuo de los latidos para lo cual se colocan tres electrodos sobre el pecho. El instrumento que emite y recoge las señales (transductor) se desliza sobre el tórax (estudio transtorácico) ejerciendo una ligera presión y habiendo aplicado una capa de gel. Las ondas de ultrasonido son inocuas y la única molestia para el paciente es mantenerse inmóvil sobre el lado izquierdo y tolerar esa leve presión. Este estudio no precisa ninguna preparación previa del paciente y dura entre 15 y 30 minutos.

Indicaciones

Mediante la ecocardiografía se pueden estudiar los soplos, detectar si son debidos a enfermedades de las válvulas por defecto en su apertura (estenosis) o en su cierre (insuficiencias). Además, permite saber si la fatiga de un paciente es debida a causas cardíacas por alteraciones en las válvulas, en la función de bombeo de las paredes cardíacas o por enfermedades de la capa que envuelve el corazón (esta capa se denomina pericardio). Por otro lado, también valora las alteraciones en la contracción de las paredes cardíacas en los pacientes con angina o infarto y estudia desde los defectos congénitos a los efectos que la hipertensión arterial tiene sobre el corazón.

Dada la ausencia de riesgos de esta prueba, se puede repetir y con ello realizar seguimientos del tamaño de las cámaras cardíacas o saber la repercusión que sobre el pulmón está ocasionando la enfermedad cardíaca. Estas medidas son, en la actualidad, claves a la hora de decidir si un paciente necesita corrección quirúrgica de su enfermedad.

Tipos especiales

- Ecografía de estrés: las alteraciones en el movimiento de las paredes del corazón mientras se somete a una sobrecarga (durante ejercicio o durante la administración de fármacos) permiten valorar indirectamente si existen lesiones en los vasos coronarios que nutren esas paredes. Tiene unos riesgos similares a la prueba de esfuerzo habitual que se realiza a los pacientes con dolor torácico o con alteraciones en el electrocardiograma que sugieran angina o infarto. Sin embargo, añade información dado que permite ver, localizar y valorar la extensión de las anomalías en el movimiento de las paredes cardiacas provocadas por la falta de flujo sanguíneo.

- Con contraste: en caso de que no se vea adecuadamente la imagen, se puede inyectar a través de una vía venosa una pequeña cantidad de un contraste especial (con efectos secundarios muy poco frecuentes). Resalta los bordes del corazón por lo que es muy útil en los estudios de estrés.

- Ecografía transesofágica: introduce en el esófago un tubo con un transductor en su extremo. Evita la interposición de la piel, los músculos y los huesos y al estar el esófago muy cerca del corazón, se pueden ver con mayor nitidez todas las estructuras cardiacas. Es una prueba con ciertos riesgos en la que se precisa anestesiar la garganta y con frecuencia ligera sedación. El paciente deberá estar en ayunas y el equipo que realiza la prueba le preguntará previamente sobre posibles contraindicaciones principalmente derivadas de enfermedades del esófago. Además del control del ritmo cardiaco, se le colocará una vía venosa para poder tratar las posibles complicaciones. Es especialmente útil para el estudio de trombos, vegetaciones (infecciones de las válvulas) y tumores. También supera a la prueba transtorácica en el estudio de las alteraciones de la aorta y de la función de las prótesis cardiacas. Permite obtener información en ciertos pacientes en los que el estudio a través del tórax no aporta datos suficientes (obesos, con deformidades torácicas, con enfermedades pulmonares crónicas o conectados a respiradores en cuidados intensivos). Actualmente se

realiza de forma habitual dentro del quirófano para ayudar a la reparación de las válvulas cardíacas.

Un paso más

El ecocardiograma transtorácico es una prueba inocua que permite detectar y excluir enfermedades cardiacas. Puede mostrar alteraciones leves, sin significado pronóstico, o enfermedades que requieran un seguimiento o un tratamiento específico. El cardiólogo valorará esta información y se la explicará en detalle. El futuro, ya muy próximo, permitirá obtener imágenes ecocardiográficas tridimensionales de gran definición.

Sin riesgos

La ecocardiografía transesofágica permite obtener imágenes excelentes de las estructuras cardiacas con unos riesgos mínimos. Es esencial para estudiar y poder tomar decisiones críticas en el tratamiento de pacientes con infecciones valvulares, anomalías en el funcionamiento de las prótesis cardiacas, alteraciones de la aorta y embolias de origen cardiaco.

jueves, 20 de mayo de 2010

Endocarditis Infecciosa/Bacteriana

Se entiende por la endocarditis infecciosa la infección, ocasionada por un germen, del revestimiento interno del corazón (endotelio). La lesión característica provocada por esta enfermedad es la vegetación que se desarrolla habitualmente en las válvulas cardiacas. La endocarditis infecciosa puede producirse a cualquier edad, siendo más frecuentes en adultos mayores (la edad media de aparición es de 50 años). La mayoría de los pacientes con esta enfermedad tiene un trastorno previo que afecta a las válvulas cardiacas. Las lesiones cardiacas con más riesgo de endocarditis son las válvulas protésicas, endocarditis infecciosa previa, cardiopatías congénitas cianóticas, conducto arterioso permeable, valvulopatías aórtica y mitral, comunicación interventricular y coartación de aorta. También tiene un alto riesgo los drogadictos por vía intravenosa. En cambio, existen enfermedades cardiacas que tienen un riesgo de endocarditis despreciable, como la comunicación interauricular, la enfermedad coronaria y los pacientes portadores de marcapasos.

El mecanismo que conduce a la endocarditis infecciosa es la unión de microorganismos (bacterias, generalmente) circulantes en el torrente sanguíneo a la superficie de las válvulas anómalas. Las bacterias se multiplican rápidamente, dañando más la válvula, y aumentando el tamaño de la vegetación; incluso pueden formar un absceso, con el consiguiente destrozo y mal funcionamiento de la válvula. La puerta de entraba de estos microorganismos al torrente sanguíneo puede ser variable: procedimientos dentales (en general todo aquellos que implican sangrado), procedimientos del tracto respiratorio (adenoidectomía, amigdalectomia, broncoscopia con broncoscopio rígido…), procedimientos del tracto gastrointestinal (esclerosis de varices esofágicas, dilatación esofágica, cirugía del tracto biliar, operaciones quirúrgicas que involucran mucosa intestinal…) y procedimientos genitourinarios (cistoscopias, dilatación uretral, sondaje uretral en caso de existir infección urinaria, cirugía uretral si existe infección urinaria, cirugía prostática, histerectomía vaginal, parto vaginal con infección…). También es frecuente la endocarditis de las válvulas derechas del corazón (tricúspide y pulmonar) en adictos a drogas por vía parenteral por el daño directo en sus válvulas que causan las sustancias que se inyectan. Son muchas las especies de microbios que pueden causar una endocarditis, pero predominan las bacterias, y de estas, estreptococos y estafilococos son las más frecuentes.

Dependiendo de la agresividad de la bacteria causante, la endocarditis puede ser aguda (evolucionando en días o semanas, provocada por gérmenes muy agresivos) o subaguda (su curso dura semanas o meses, causada por gérmenes de escasa virulencia).

Los síntomas de la endocarditis son muy variables, dependiendo del paciente y del tipo y agresividad del germen causante. Son típicos, en la endocarditis subaguda, fiebre, escalofríos, sudoración nocturna, malestar general, disminución del apetito, fatiga, debilidad, molestias musculoesquelécticas… Estos síntomas pueden durar varias semanas antes del diagnostico. En la aguda son síntomas muy parecidos, pero de una gravedad acelerada y acentuada en solo unos días. Pueden aparecer síntomas de insuficiencia cardiaca debido a la rotura de la válvula afectada.El diagnóstico de la endocarditis es difícil (puede confundirse con otras enfermedades infecciosas mucho menos graves). Hay que sospecharlo en pacientes con antecedentes de valvulopatía que presentan fiebre, anemia y un soplo cardiaco de nueva aparición. En los pacientes en los que se sospeche la dolencia hay que realizar pruebas complementarias para poder llegar al diagnostico (la radiografía de tórax y el electrocardiograma pueden ser normales). En los análisis es frecuente encontrar anemia y elevación de la velocidad de sedimentación, aunque estos datos no son específicos de esta enfermedad y pueden ser alterados en muchas otras patologías. Siempre hay que realizar hemocultivos (análisis de la sangre para ver si crece algún germen en la sangre), que en esta dolencia, generalmente, son positivos, y detectar cual es el microorganismo causante. Cuando se sospeche una endocarditis, hay que realizar siempre un ecocardiograma (con el podemos ver las vegetaciones, la rotura de la válvulas o los abscesos). A veces, si la sospecha es alta y el ecocardiograma transtorácico (ecografía por fuera de la pared del tórax) no ha llegado al diagnostico, hay que realizar un ecocardiograma transesofágico (se introduce una sonda por el esófago) que visualiza mucho mejor las válvulas y es difícil que se escape alguna vegetación endocarditica que no se haya visto bien con el ecocardiograma transtorácico.La evolución y el pronóstico de la endocarditis es muy malo siempre. Si no es tratada correctamente, es mortal. Con un tratamiento correcto se puede llegar a una tasa de curación del 95 por ciento. Los índices de curación son menores si existen factores de pronostico desfavorable (endocarditis con insuficiencia cardiaca, gérmenes muy agresivos, infección de la válvula protésica, abscesos y edad elevada).

El tratamiento es siempre con antibióticos intravenosos (el paciente ingresado en un hospital) y el tipo de de antibiótico va a depender del tipo de germen hallado en el hemocultivo. Generalmente, la duración del tratamiento antibiótico intravenoso es de 4 a 6 semanas. El tratamiento quirúrgico, en ocasiones, es necesario cuando la endocarditis ha destrozado la válvula afectada. Este tratamiento suele consistir en la extirpación de la válvula original infectada y la inserción de una válvula protésica.

En conclusión, la endocarditis infecciosa es una enfermedad muy grave, afortunadamente poco frecuente, que consiste en la infección de una o varias válvulas del corazón. Los síntomas son bastante inespecíficos y pueden confundirse con otras enfermedades infecciosas. El diagnostico y el tratamiento se deben realizarse los más precozmente posible, porque sin un tratamiento adecuado (antibioterapia prolongada y, a veces, cirugía cardiaca) es siempre una enfermedad mortal.

jueves, 22 de abril de 2010

Colesterol alto genético: Consejos dietéticos para su control

Colesterol alto genético: Consejos dietéticos para su control


La hipercolesterolemia familiar es una enfermedad hereditaria que aparece desde el nacimiento y es producida por mutaciones en el gen que codifica el receptor de las lipropoteínas LDL, encargado de eliminar el colesterol de la sangre. Esta mutación produce un aumento del colesterol total en sangre por encima de los niveles normales, principalmente del colesterol transportado por lipoproteínas de baja densidad (LDL), es decir, el denominado colesterol “malo”, mientras que los niveles de triglicéridos permanecen normales. El diagnóstico definitivo viene con las pruebas genéticas.


La mayoría de los pacientes con hipercolesterolemia familiar necesita un tratamiento farmacológico, porque necesitan reducciones de colesterol de al menos un 40-50 por ciento. Sin embargo, el tratamiento farmacológico tiene que ir acompañado de un cambio del estilo de vida: alimentación sana, reducir la ingesta de alcohol, dejar de fumar, evitar el exceso de peso y realizar ejercicio físico.


Respecto a la alimentación, la ingesta recomendada es de un 30-35 por ciento de grasa (principalmente en forma de aceite de oliva virgen), en la que la grasa saturada no puede superar el diez por ciento, la poliinsaturada el siete por ciento, y la grasa monoinsaturada entre el 15 y el 20 por ciento. Asimismo, no se debe tomar más de 300 miligramos de colesterol, los hidratos de carbono representarán entre un 50-55 por ciento de la energía y las proteínas un 15 por ciento. Es importante aumentar el consumo de fibra hasta unos 20-30 gramos, ya que contribuye a mejorar los niveles de colesterol en sangre y reducir la obesidad.


Para conseguir estos objetivos, tenemos que basar nuestra dieta en alimentos como las frutas y las verduras (cinco raciones al día), hortalizas, cereales integrales (pan, pasta, arroz), legumbres (tres raciones a la semana), pescado azul (tres raciones a la semana de atún, sardina, boquerón, salmón...), frutos secos (nueces, almendras) y aceite de oliva virgen. Estos alimentos nos aportan nutrientes que nos ayudan a reducir los niveles de colesterol total y/o aumentar el colesterol-HDL (colesterol “bueno”), como son los ácidos grasos monoinsaturados (aceite de oliva virgen), ácidos grasos omega-3 (pescado azul), esteroles y estanoles vegetales (en aceites vegetales o incorporados en productos lácteos) y antioxidantes (frutas y verduras).





Menos grasas malas

Por otro lado, tenemos que evitar aquellos alimentos que pueden elevar los niveles de colesterol total y colesterol “malo” en sangre, porque contienen abundante grasa saturada, grasa trans y colesterol, como son los lácteos enteros (sustituirlos por lácteos desnatados), mantequilla (sustituirla por aceite de oliva virgen), carnes grasas (sustituirlas por carnes magras, con poca grasa, como el conejo o el pollo sin piel), embutidos, fritos comerciales y la bollería industrial.


Respecto al consumo de huevos, pueden tomarse hasta cuatro completos (yema y clara) a la semana y las claras que sean necesarias. Por ejemplo, una tortilla se puede hacer con una yema y dos claras.


Otro factor dietético que tenemos que tener en cuenta es la sal. Un exceso puede aumentar la presión arterial, un factor de riesgo para la enfermedad cardiovascular. Para reducir el consumo de sal, se aconseja no añadirla a los alimentos, ni a los guisos ni a las ensaladas, así como evitar los alimentos más ricos en ella (los frutos secos salados, el bacón, el jamón, los embutidos, las sopas de sobre, la bollería comercial, los quesos curados, las salsas en sobre…).Para aumentar el sabor de los platos podemos sustituir la sal por especias o hierbas aromáticas, limón, vinagre...


También es importante elegir métodos de cocinado que aporten poca grasa como el horno, la plancha, la parrilla, el microondas, el asado, la cocción al vapor... y utilizar el aceite de oliva virgen como grasa de elección para el cocinado, ensaladas...


La alimentación cardiosaludable debe combinarse con una actividad física apropiada, de forma regular, que nos ayude a controlar el peso y de esta forma bajar el colesterol LDL. También puede ayudar a aumentar el colesterol HDL y mejorar el estado del corazón y de los pulmones.


Los culpables

El colesterol es necesario para la vida, pero un aumento de sus niveles está asociado a problemas cardiovasculares. Además de los genéticos, existen otros factores que pueden elevar el colesterol como, por ejemplo, las dietas inadecuadas (muy ricas en grasa de origen animal, grasa saturada, grasa trans y alcohol), las enfermedades hepáticas, endocrinas y renales, junto con la administración de ciertos fármacos.


Dato:

Más del 50% de los pacientes afectados de hipercolesterolemia familiar presenta una enfermedad cardiovascular.


Consejo:

Lee el etiquetado de los productos

A la hora de comprar productos alimenticios empaquetados, es importante fijarse en el etiquetado. Se deben buscar y comprar aquellos con un bajo contenido en grasa total, grasa saturada y colesterol. Los ingredientes figuran en orden descendente por cantidad en peso.

viernes, 9 de abril de 2010

Insuficiencia cardiaca: La vida después del diagnostico de insuficiencia cardiaca

Aspectos de interés

  • Se trata de un conjunto de síntomas y de signos físicos que expresan el fracaso del corazón para realizar su función. Supone una merma importante en el estado de salud y un aumento del riesgo vital.

  • No siempre supone convertirse en un enfermo crónico. Ciertas enfermedades afectan transitoriamente al corazón. Este puede recuperar su función y, por lo tanto, el enfermo puede retornar a la normalidad.

  • Cuando la insuficiencia cardíaca es crónica, la relación médico-enfermo alcanza su máxima expresión. El propio enfermo es el protagonista principal y su voluntad no puede ser reemplazada por su médico o por el resto del sistema de salud.

  • No define una enfermedad concreta. Es la consecuencia que afectan al corazón dañando su estructura.

  • Ser diagnosticado de insuficiencia cardíaca es un acontecimiento de gran trascendencia vital. Sin embargo, su importancia no suele ser percibida adecuadamente por los enfermos y sus familias. Vivir con el diagnóstico de insuficiencia cardíaca es un ejercicio de responsabilidad.


    Si sufrimos de insuficiencia cardíaca, de forma genérica el enfoque que debemos dar a nuestra vida pasaría por un estilo de vida saludable, intentando que ésta sea lo más normal posible. Las relaciones humanas es un aspecto muy importante a cuidar. Los enfermos, especialmente los ancianos y los discapacitados, precisan de un fuerte apoyo familiar y social. Pueden necesitar compañía, explicaciones, que alguien sea sus ojos y sus oídos para cumplir las recomendaciones médicas.


    Cumplir el tratamiento

    El cardiólogo va a indicar unas medidas básicas, como la restricción de sal, el control de la ingesta de líquidos o la dieta cardiosaludable, y va a prescribir varios fármacos. Todas estas indicaciones son esenciales porque se complementan entre sí para poder ser efectivas. El incumplimiento del tratamiento es la causa más frecuente de descompensación grave que motiva el ingreso en el hospital. Los médicos sabemos que las restricciones y el gran número de pastillas no son agradables para el enfermo, pero insistimos en ello porque son el mecanismo por el que se suple el déficit de la función del corazón y se le protege del deterioro progresivo.


    Es preciso preguntar al médico las dudas sobre la enfermedad y el tratamiento, así como leer aquellos folletos o guías específicamente elaborados para pacientes y que se entregan en muchos centros. El paciente debe colaborar con sus médicos en el control de otras enfermedades y factores de riesgo que pueden desencadenar episodios de insuficiencia cardíaca.

    Medidas de autocontrol

    Los enfermos y su entorno pueden contribuir enormemente a mejorar su calidad de vida si aprenden a detectar la aparición de los signos y síntomas de la insuficiencia cardíaca. Seguir las indicaciones de médicos y enfermeras, así como ejercitar la observación propia (control de peso, edemas en los pies, hinchazón abdominal, aumento de la fatiga...) facilitan el reconocimiento precoz de las descompensaciones.

    Es relativamente frecuente que la enfermedad repercuta en el estado de ánimo y que el paciente se encuentre triste. Estos síntomas deben referirse al médico con prontitud.

    Por otro lado, antiguamente se pensaba que el reposo era lo más adecuado para el enfermo con insuficiencia cardíaca. Hoy sabemos que el ejercicio mejora la relación del corazón con el resto del organismo facilitando su función. Se gana en calidad de vida y probablemente en la duración de la misma, se aumenta la capacidad de hacer esfuerzos y, además, se controlan mejor los factores que empeoran la insuficiencia cardíaca. El tipo de ejercicio debe ser el llamado aeróbico (andar, nadar, bicicleta, correr…) y no los esfuerzos llamados isométricos, como el levantamiento de pesas. La intensidad la marcará el médico adaptándose a las características del enfermo.


    Actividad laboral y sexual


    Dependiendo de la gravedad, estado general del enfermo y tipo de trabajo, podrá o no continuar una vida laboral activa. En general, los trabajos que supongan esfuerzo físico intenso y mantenido o grandes dosis de estrés no van a ser bien tolerados. Con frecuencia, los enfermos deben reorientar su vida.

    Por otro lado, muchos enfermos con insuficiencia cardíaca pueden mantener su actividad sexual. No obstante, es un motivo de consulta frecuente. Múltiples factores influyen en ello por lo que es necesario el estudio individualizado para aplicar las posibles soluciones.

    Aunque el diagnóstico de insuficiencia cardíaca puede conllevar ciertas limitaciones para la vida, las herramientas terapéuticas de las que hoy disponemos podrían garantizar una buena calidad de vida y confianza en el futuro para muchos de los enfermos. Sin embargo, es necesario que el propio enfermo afronte el hecho de forma positiva para que sus buenos hábitos permitan rentabilizar la aplicación de estas herramientas.


    El equipo (médico, personal de enfermería y asistente social) constituye un apoyo sólido para dirigir el tratamiento, generar confianza y contribuir a la educación necesaria para entender mejor el problema.

    martes, 30 de marzo de 2010

    Taquicardia: El corazón acelerado y fibrilacion auricular

    El corazón de una persona adulta y sin pro­blemas de salud late entre 60 y cien veces por minuto. Llamamos taquicardia a la pre­sencia de una frecuencia cardíaca por enci­ma de cien latidos por minuto en situaciones de reposo, puesto que cuando esta cifra se alcanza durante la actividad deportiva se considera una frecuencia normal.

    Algunas taquicardias son banales y no ne­cesitan tratamiento, pero otras pueden poner en peligro la vida del paciente. El tratamiento de las taquicardias es variable, y dependien­do de la causa que la origine puede requerir desde tratamiento farmacológico hasta la realización de intervenciones más complejas. El diagnóstico específico de la taquicardia es esencial para un tratamiento correcto.

    ¿Sintomas de taquicardias?

    Si el corazón late muy deprisa, puede ser que éste no sea capaz de bombear la sangre que necesita el cerebro y el resto de órganos para funcionar adecuadamente. Por este motivo, se puede producir mareo, fatiga, pesadez de cabeza, palpitaciones (sensación desagradable de percepción del latido cardíaco), dolor de pecho, visión borrosa o caída al suelo con pérdida de conocimiento. Algunas veces, las taquicardias no producen síntomas y son descubiertas en una exploración rutinaria por el médico.

    Problemas en el ritmo cardíaco

    El corazón está compuesto de cuatro cavi­dades; las dos superiores se denominan aurí­culas y las dos inferiores ventrículos. El impul­so cardíaco normal se origina en la aurícula derecha y se transmite a través de un impulso eléctrico a los ventrículos. En personas con taquicardias, se interrumpe el ritmo cardíaco normal en algún lugar del recorrido eléctrico, provocando que el corazón lata más deprisa.

    Las taquicardias se clasifican de acuerdo con el lugar en que se originan (aurículas o ventrículos). Entre las que se originan en las aurículas destaca la taquicardia sinusal (rít­mica), la fibrilación auricular (arritmia soste­nida más frecuente en la cual el corazón, en ausencia de tratamiento, late de forma muy rápida e irregular), el flutter auricular (similar a la anterior aunque el ritmo cardíaco suele ser regular), la taquicardia auricular y la ta­quicardia supraventricular.

    Documentar la arritmia

    Para el tratamiento de una taquicardia, el médico necesita documentar el tipo de ta­quicardia que tiene el paciente. Esto se puede realizar mediante la monitorización cardía­ca en la consulta, durante la vida cotidiana mediante el uso de aparatos que registran la actividad cardíaca o en el hospital mediante el intento de desencadenamiento de la taqui­cardia bajo la supervisión de un médico.

    Las pruebas que tratan de documentar la taquicardia incluyen un electrocardiograma, un Holter (aparato que registra la actividad cardíaca durante 24 horas) o un grabador de eventos (el paciente activa la grabación de la actividad cardíaca ante la presencia de síntomas). Las pruebas que tratan de desen­cadenar la taquicardia incluyen una prueba de esfuerzo o un estudio electrofisiológico (introducción de catéteres en el interior de las cavidades cardíacas para el registro y ge­neración de impulsos eléctricos).

    Es posible que el cardiólogo solicite, ade­más, una serie de pruebas para comprobar el funcionamiento del corazón entre las que se incluyen un ecocardiograma o una coro­nariografía.

    El tratamiento depende del tipo de taqui­cardia, de los síntomas que produzca, de la frecuencia de los episodios y de la presencia o no de enfermedad cardíaca subyacente. De esta manera, el cardiólogo puede pres­cribir la toma de medicamentos para con­trolar la frecuencia cardíaca o para prevenir la recurrencia de episodios. Además, puede ser necesaria la realización de una ablación cardíaca (curación de una taquicardia me­diante la aplicación de calor en alguna zona del corazón con el uso de un catéter que se introduce en el corazón de forma mínima­mente invasiva) o la colocación de un dispo­sitivo desfibrilador, similar a un marcapasos, que es capaz de tratar de forma eficaz las taquicardias más peligrosas.

    lunes, 15 de marzo de 2010

    La obesidad infantil: Una nueva epidemia

    Son muchas las noticias que nos llegan acerca de que nuestros niños tienen sobrepeso. Y es que la obesidad del adulto, en la mayoría de los casos, está causada por unos malos hábitos en la infancia Pero, ¿estamos ante una epidemia? ¿Cómo frenarla?

    En la actualidad la obesidad infantil se reconoce como un problema de salud pública; tanto es así que la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su 57ª asamblea del año 2004 la declaró cómo epidemia del siglo XXI. Para evitarla esta organización internacional estableció un programa, denominado NAOS (Nutrición, Actividad Física, Obesidad y Salud). La obesidad se caracteriza por un aumento de la masa corporal grasa. Para saber si un niño está gordo debemos relacionar su peso con la estatura y con la edad. La mejor forma de hacerlo es mediante el cálculo del Índice de Masa Corporal (IMC). En los adultos se considera obesidad cuando el IMC es mayor de 30 y sobrepeso cuando está entre 25 y 30. En los niños va aumentando con la edad y se debe consultar las tablas adecuadas, por ejemplo un IMC de 20 a los 5 años es obesidad y a los 12 años normal.

    La realidad es…

    Desgraciadamente, en España, según datos del estudio enKid, un 26 por ciento de la población infantil y juvenil (2-24 años) presenta sobrepeso; esto es, uno de cada cuatro niños y adolescentes pesa más de lo recomendable. Las mayores cifras se concentran en la prepubertad y, en concreto, en el grupo de edad de 6 a 12 años, con un 16,1 por ciento de niños obesos. En los últimos 20 años ha aumentado el número de niños obesos. En España, en 1984, 5 de cada 100 niños en edad escolar eran obesos (Estudio Paidos) mientras que en el 2000 15 de cada 100 niños son obesos (Estudio enKid). Se observan diferencias significativas entre comunidades autónomas, siendo Canarias la comunidad con mayor frecuencia de obesidad infantil y Cataluña y parte de Aragón las de menor. La obesidad en la edad adulta esta asociada a la aparición de múltiples problemas de salud, entre ellos hipertensión, enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo 2. Sabemos que el 40 por ciento de los niños obesos siguen ganando peso durante la adolescencia y que el 75-80% de los adolescentes obesos serán adultos obesos. Durante la infancia la obesidad se asocia a disminución de la autoestima, depresión, acentuación de las desviaciones de columna, aumento lesiones articulares, pie plano, dolores óseos, puede aparecer ya la hipertensión y en la adolescencia la diabetes tipo 2.

    Las causas

    La obesidad se debe al desequilibro entre el ingreso de energía y el gasto de la misma. Esto se puede deber a: defectos genéticos (menos del 5% de los casos) a enfermedades, a fármacos y fundamentalmente a factores ambientales.

    Factores ambientales

    Son los que mas han influido en el aumento de frecuencia de la obesidad infantil.

    Nutrición del feto durante el embarazo y del recién nacido: la desnutrición fetal aumenta el riesgo de obesidad posterior y existe un aumento de niños que nacen con bajo peso. Un dato importante es el efecto protector de la lactancia materna.

    Ambiente familiar: La obesidad de los padres (70-80% de los niños obesos poseen un progenitor obeso), los hábitos de alimentación de los padres, las dietas desequilibradas, el tipo de alimentos que se compran, van a influir en el aprendizaje de los niños. La comida en familia disminuye el riesgo de obesidad que aumenta en los niños que comen solos o están mucho tiempo solos en casa.

    Alimentación: El mayor factor de riesgo en el momento actual es el aumento de consumo de hidratos de carbono refinados y el escaso consumo de fibra por disminución de la toma de frutas y verduras.

    Actividad física espontánea es la suma de sus actividades normales tales como juego, paseo, asistencia a clase, tiempo de ordenador y de televisión, todo ello influenciado por el estilo de vida del niño, es la que tiene mayor contribución al gasto energético. En el momento actual la mayoría de los niños dedica más tiempo al ordenador y TV que al juego.

    ¿Qué debemos hacer?

    Para prevenir la obesidad debemos hacer que el ingreso de energía sea igual al gasto y para tratarla que el ingreso sea menor que el gasto.

    - Disminuyendo la cantidad de comida se logra comiendo en platos pequeños, evitando el “picoteo”, el niño debe hacer todas las comidas (desayuno, comida, merienda, cena y media mañana según el horario) para evitar llegar con excesivo apetito a la siguiente comida.

    - Disminuyendo la densidad calórica de la comida aumentando el consumo de frutas y verduras y disminuyendo el de frutos secos, los chocolates, los quesos, etc.

    APRENDIZAJE DE LA ALIMENTACIÓN

    _ Enseñar al niño a comer con horario

    _ Enseñar a elegir los alimentos

    _ Evitar comidas abundantes

    _ La leche y el yogur son necesarios pero no deben sustituir a las frutas

    _ Las legumbres se deben tomar varias veces a la semana

    _ Ofertar diariamente: verduras y frutas que debe aprender a aceptar

    _ Consumir la fruta preferentemente entera. Menos frecuencia de zumos.

    _ Enseñar al niño a desayunar. Debe tomar cereales

    _ No debe abusar de chucherías, dulces y bollos

    _ Aprender a no tomar bebidas azucaradas

    _ Jugar con el niño. El momento de comer debe ser agradable y tranquilo

    Fuente: Comité de Nutrición de la Asociación Española de Pediatría.

    An Pediatr (Barc). 2006;65(6):607-15.

    EL EJERCICIO FÍSICO PARA ELLOS

    Aeróbico: que consuma oxígeno y produzca “pocas agujetas” (caminar, aeróbic, baile, ciclismo, carreras lentas, gimnasia, fútbol, baloncesto, tenis, natación, balonmano, voleibol, patinaje, remo).

    De bajo impacto, en fases iniciales: escasa sobrecarga sobre articulaciones (caminar, ciclismo, bicicleta estática, natación, aeróbic de bajo impacto, remo).

    Progresivo: empezando con 10 minutos en niños muy obesos e ir incrementando lentamente la duración (5 minutos cada 15-30 días) hasta un mínimo de media hora diaria (ideal: 1 hora al día).

    Diario, o al menos, 5 días a la semana. En casos de hipercolesterolemia el ejercicio deberá

    ser todos los días de la semana.

    En grupo, si es posible. El senderismo, las carreras populares, los paseos en bicicleta y los deportes en la playa cumplen los requisitos anteriormente mencionados.

    Para aumentar el ejercicio en los niños lo más útil es disminuir las actividades sedentarias. Es necesario controlar el uso o abuso de la televisión, internet, videojuegos.

    Fuente: Comité de Nutrición de la Asociación Española de Pediatría.

    MODIFICACIÓN DE LA CONDUCTA

    _ No ir a la compra con el niño.

    _ Servir el plato desde la cocina. No poner fuentes en la mesa.

    _ Masticar la comida despacio.

    _ Comer sentado en la mesa. Nunca comer de pie.

    _ Nunca comer mientras se realice otra actividad (TV, cine).

    _ Recompensar la pérdida de peso con algo que no sea comida.

    _ Toda la familia debe implicarse en el tratamiento.

    Fuente: Comité de Nutrición de la Asociación Española de Pediatría.

    jueves, 4 de febrero de 2010

    Infarto, cocaina y tabaco

    infarto
    La diferencia entre el efecto del tabaco y la cocaína radica en el tiempo de acción. Fumar supone un riesgo coronario a largo plazo; es decir, sus efectos no se manifiestan hasta después de varios años del primer cigarrillo.

    Sin embargo, en el caso de la cocaína sus consecuencias pueden ser inmediatas, ya que algunos jóvenes incluso llegan a sufrir un infarto tras su primer contacto con esta sustancia. Por eso, mientras que es complicado medir la incidencia directa del tabaco en los problemas coronarios a edades tempranas, las estadísticas ponen de manifiesto que uno de cada cuatro ataques al corazón que se producen en menores de 40 años se desencadena a raíz del consumo de cocaína, cuyo nivel de riesgo no depende ni de la cantidad ni de la vía en la que se administre.

    Según el Dr. Tuñón, “la cocaína produce efectos sobre las arterias coronarias, como trombosis o espasmos, que llevarán a un infarto agudo de miocardio. Y, al tratarse de un tóxico directo, también produce daño a nivel del músculo cardíaco”.

    Actualmente, el diez por ciento de los pacientes que llega a un hospital con un infarto tiene menos de 45 años. Las probabilidades de los más jóvenes de llegar con vida a un centro sanitario se reducen en comparación con enfermos crónicos, ya que, al manifestarse repentinamente, “el corazón no está habituado a la falta de oxígeno, no ha desarrollado mecanismos compensadores y existen claras probabilidades de que las consecuencias sean peores”, explica el Dr. Tuñón.

    En su opinión, la tendencia a pensar que una persona de 30 años no puede sufrir un episodio cardíaco hace que raramente vincule síntomas como dolor en el pecho o malestar intenso con los de un infarto, por lo que, en muchas ocasiones, tarda más tiempo en demandar ayuda especializada. Sin embargo, aquellos que sobrevivan hasta ser atendidos por los profesionales sanitarios tienen mucha más facilidad para restablecerse del infarto, ya que, como asegura el Dr. Tuñón, “suelen tener pocas enfermedades añadidas” que compliquen su recuperación.

    Aunque la dieta y el ejercicio físico contribuyen a reducir el peligro de sufrir un infarto a edad temprana, para minimizar el riesgo al máximo “la norma número uno para los jóvenes es no consumir tóxicos cardíacos, fundamentalmente, cocaína y tabaco”, según el Dr. Tuñón.



    Por tanto, cuidar del corazón no es sólo tarea de los mayores. Una persona joven también debe vigilar su estilo de vida para evitar desarrollar una patología coronaria a una edad temprana, aunque el hecho de no consumir drogas ya reduce considerablemente las probabilidades de sufrir un infarto.